Los tres hacen bueno eso de que salir en política es lo último.



Pese a lo manifestado por el presidente del PP de Galicia, Alfonso Rueda, cuando el pasado día 15 de este mes dijo que José Manuel Baltar Blanco le había transmitido su decisión de no optar a la reelección como presidente del PPdeOU, eso ahora no estaría tan claro. Al menos según lo manifestado por el aún presidente provincial del partido, quien aseguró en un medio de comunicación local que donde no seguirá será al frente de la Diputación ourensana. Todo lo demás ya no es tan firme como parecía serlo cuando salió por la boca del jefe de los populares gallegos. Caben cuatro opciones: no se expresó como debiera el propio Alfonso Rueda; no entendió lo que realmente le dijo Baltar Blanco; lo acordado entre partes ahora no se respeta; y (y muy recurrente en estos casos), la culpa es del mensajero.
Otro que tampoco lo tiene ahora tan claro: Manuel Jaime Cabezas Enríquez. A la conclusión del Pleno del sábado, 17 de junio, expresó que dejaría su escaño en el Concello. Ni lo ha hecho ni parece que vaya a hacerlo, aunque no lo ha dicho él sino su compañero Jorge Pumar. Lo hizo este pasado jueves, día 22, cuando formalizó su renuncia al acta el socialista Alfonso Pavón. Pumar excuso la inasistencia de Cabezas, pero aseguró que el líder del partido en la ciudad seguirá en el Concello de la capital. Ahora queda por aclarar si lo de renunciar a ser el portavoz de su grupo (que también circuló por medios) será tan firme como su renuncia al acta.
Cabezas no fue al Pleno el 22 como tampoco lo hizo el cabeza de cartel del PSOE. Y si Pumar hizo de escudero de Cabezas, Natalia González hizo lo propio con el líder del grupo socialista: Paco Rodríguez había salido de vacaciones tras el follón y el batacazo del sábado, 17. También Rodríguez había anunciado su intención de abandonar su escaño en el Concello, nada más se supo. A su vuelta se sabrá, ahora es verano y viene mucho calor, y estas cosas cuanto más enfríen mucho mejor. De momento, de seis que se iban solo se han ido tres, y ya se sabe que en política es más difícil abandonar que apuntarse a un bombardeo para meter la cabeza.