Operarios denunciaron ante la CIG, que los encargados recibían obsequios, sobre todo cocaína, a cambio de trabajo.

Hartos de la situación que tuvieron que soportar durante meses e incluso años, la CIG dice estar recibiendo denuncias por parte de operarios maltratados por las distintas empresas que trabajan en las obras del AVE en Ourense.
Apuntan desde la Federación de Construcción y Madera ( FCM), que las críticas al papel de los encargados eran una constante. Los enfrentamientos, los problemas para registrar (y por lo tanto cobrar) el trabajo real que se hace en la obra, y la actitud esclavista, irrespetuosa y racista con sus operarios, es un denominador común que refieren casi todos los operarios que contactan con la Central para contar su experiencia. “Nos ponían motes en función de la raza y de la nacionalidad, y en los partes de trabajo éramos Morito 1, Morito 2…”.
Según la CIG, uno de los empleados, de origen árabe, explicó que “Los encargados, de procedencia extremeña, eran los que decidían quien trabajaba, como y cuando. «Acumularon tanto poder que llegaron a estar por encima del bien y del mal». “Como los sábados y domingos se cobraba un poco más, muchos operarios llegaron a llevarles regalos, sobre todo cocaína, para que los llamaran a trabajar; otros nos negamos, y claro, no nos llamaban tanto”.
La droga y el alcohol fueron, según los denunciantes, un elemento constante, dentro y fuera de la obra. «Nadie controló nunca la proliferación de sustancias que claramente podían provocar riesgos graves y accidentes. Las juergas donde corría el alcohol y la coca eran del conocimiento de todos». “Todos lo veíamos, pero ninguna empresa o administración hacía nada, así que sentíamos temor porque esa gente era la que luego estaba manejando máquinas de varias toneladas”.
Otra denuncia recurrente, dicen los operarios, es la falta de los mínimos equipos de protección individual ( EPI); aunque, dicen, hubo casos en que la empresa sí los entregó, pero después exigió a los trabajadores que se los pagaran una vez finalizado el contrato y en otros casos no existieron en absoluto como fue el tema de las mascarillas una vez declarada la alerta sanitaria, que brillaron por su ausencia, y hasta con la sospecha de un posible positivo por coronavirus de un operario de los túneles, tuvieron que seguir trabajando con normalidad, «No se tomó ninguna medida y las mascarillas o geles hidroalcólicos se convirtieron en elementos de lujo que solo estaban a disposición de unos pocos privilegiados». aseguran.
Destacan desde la CIG, el caso de los trabajadores filipinos, el cual, según ellos, es particularmente llamativo «Los ficharon» en Filipinas o bien en las obras del AVE de la Meca, en Arabia Saudí, ejecutado por un consorcio de las principales constructoras españolas, con la promesa de traerlos a Galicia para seguir trabajando en obras ferroviarias. El precio de esa «deferencia», según la Intersindical gallega, era la disponibilidad permanente para la empresa, las 24 horas, por 1.300 euros, «todo incluido». “De los siete operarios que más horas extras ilegales desarrollaron en esta obra, seis son filipinos; ninguno de ellos desarrolló menos de 1000 horas extras ilegales, llegando a las 13 horas diarias de trabajo, durante semanas consecutivas”, explica Mario Maceiras, responsable de Negociación Colectiva de la FCM-CIG.  “Se aprovechan de su vulnerabilidad y de la poca capacidad de comunicarse y de defenderse, pues saben que el precio de protestar es la repatriación, y así se cierra el círculo de la esclavitud”; y aseguran que no es de extrañar que con estos antecedentes se hayan producido accidentes brutales en las obras, muchos con consecuencias mortales.
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